Quién
me iba a decir a mí que cuando comencé con 8 añitos a tocar un instrumento me
iba a acabar dedicando profesionalmente a la música. Después de los años de
conservatorio, cuando llegó el momento de escoger una carrera, la mayoría de
mis amigos músicos decidieron ir a la Universidad mientras que yo continué con
mi formación musical. Muchos de estos amigos ahora me dicen…”vale, tú te has
dedicado a la música pero, ¿de qué me sirvieron a mi todas las horas invertidas
en el violín?” La respuesta es muy sencilla.
Todos
esos años que han pasado mientras estudiábamos música no cayeron en saco roto.
La música nos ayudó a mejorar nuestra concentración,
a ser disciplinados con nuestro
estudio continuo, aprendimos a trabajar colectivamente y desde luego
que activó nuestra creatividad y
nuestra confianza en nosotros
mismos.
Con
el paso del tiempo todos me han dado la razón y no dudan en el poder de la
música, en el de su práctica y en los beneficios que proporciona a nuestro
cuerpo. Así que, después de todo lo leído, ¿no te gustaría que tus hijos
creciesen y se desarrollaran rodeados de música?
Y como dijo Óscar Wilde, “el arte no es algo que se pueda tomar y dejar. Es necesario para vivir”.
¡Un saludo a todos!